Modernización política

Los problemas del desarrollo político de los países en transición se describen mejor con la teoría de la modernización, que es un conjunto de diversos esquemas y modelos de análisis que revelan la dinámica de la superación del atraso de los Estados tradicionales. Todas estas teorías y modelos de análisis se basan en el reconocimiento del desarrollo social desigual y la necesidad de transformar (modernizar) los países atrasados en industrializados (postindustriales).

Así, el término «modernización» significa tanto una etapa (estado) de transformación social como un proceso de transición hacia las sociedades modernas.

Las primeras teorías de este tipo surgieron en los años 50-60, cuando la prioridad de Occidente, y especialmente de EE.UU., en materia de gobernanza, normas de consumo y muchos otros aspectos era indiscutible, entonces la sociedad «libre» estadounidense fue reconocida inicialmente como el prototipo del Estado «moderno». En otras palabras, la modernización se entendía como la copia de las formas occidentales de hacer las cosas en todos los ámbitos de la vida. Pero la visión de la modernización como un movimiento lineal, que adopta gradualmente valores y normas de la organización occidental del poder y de las relaciones entre el Estado y el ciudadano, no ha resistido la prueba de la vida. En consecuencia, el vínculo entre modernización y desarrollo se redefinió en los años 70 y 80: la primera ya no era una condición de la segunda, sino una función de ésta. Los cambios en las estructuras sociales, económicas y políticas, que podían llevarse a cabo fuera del modelo democrático occidental, se convirtieron en un objetivo prioritario. Además de «ponerse al día», se llegó a utilizar el término «parcial», «recurrente», «estancamiento» y otros tipos de modernización.

Según los principales teóricos de esta línea de pensamiento político, el principal elemento que determina la naturaleza de los procesos de transición y las transformaciones es el factor sociocultural, más concretamente, el tipo de personalidad, su carácter nacional, que determina el grado de percepción de las normas universales y los objetivos del desarrollo político. En general, se ha reconocido que la modernización sólo puede tener lugar si se produce un cambio en las orientaciones de valores de amplias capas sociales y se superan las crisis de la cultura política de la sociedad.

En general, la naturaleza y la dinámica de la modernización dependen de la competencia abierta de las élites libres y del grado de participación política de los ciudadanos de a pie.

Las opciones de desarrollo de la sociedad y del sistema de poder en el período de transición dependen de la correlación de estas formas, que necesariamente deben estar presentes en el juego político. Son posibles cuatro variantes principales del desarrollo de estas relaciones:

  • cuando la prioridad de la competencia de las élites sobre la participación de los ciudadanos de a pie constituye las condiciones previas más óptimas para la democratización consecuente de la sociedad y la aplicación de las reformas;
  • En condiciones de un mayor protagonismo de la competencia de las élites, pero con una baja (y negativa) actividad de la mayor parte de la población, se están desarrollando las condiciones previas para el establecimiento de regímenes autoritarios de gobierno y el frenado de las reformas;
  • el dominio de la participación política de la población sobre la competencia de las élites libres (cuando la actividad de los gobernados supera la actividad profesional de los gobernantes) contribuye al crecimiento de las tendencias oclocráticas, lo que puede provocar el endurecimiento de las formas de gobierno y la ralentización de las transformaciones
  • La minimización simultánea de la competencia de las élites y de la participación política de las masas conduce al caos, a la desintegración de la sociedad y del sistema político, lo que también puede provocar la llegada de una tercera fuerza y el establecimiento de una dictadura.

La modernización se considera de carácter alternativo. Sin embargo, la experiencia internacional ha aclarado la imagen del «Estado moderno», cuyas normas en la organización de la economía, la política y las relaciones sociales expresan los objetivos necesarios de la transformación transitoria. Estos requisitos universales en la esfera de la economía deberían incluir, por ejemplo, los reguladores de la producción por dinero-mercancía, el aumento del gasto en educación, el papel creciente de la ciencia en la racionalización de las relaciones económicas, etc. En el ámbito social, podemos hablar de la necesidad de una estructura social abierta con una movilidad irrestricta de la población. En política, se trata de una organización pluralista del poder, el respeto de los derechos humanos, el crecimiento de las comunicaciones políticas, la tecnología consensuada de aplicación de las decisiones de gestión, etc.

Una disposición importante de la teoría de la modernización es que hay dos etapas en este proceso de transición: nominalmente, una etapa primaria, en la que el desarrollo se lleva a cabo predominantemente con recursos y fuentes nacionales, y una etapa secundaria, que implica una participación más activa de la ayuda exterior.